¿Ola de migración en Ecuador?
A diario, por las calles de Riobamba, se observa a migrantes de diferentes nacionalidades, quienes en las esquinas piden dinero a los transeúntes y conductores, para poder solventar sus necesidades, y algo que llama la atención es que se encuentran siempre con niños. ¿Ola de migración en Ecuador?.
Historias. “Soy venezolano. Por la situación que se vive en mi país tuve que irme. Estoy rumbo a Perú, te pido que me ayudes. Dios te bendiga”, dice uno de los carteles que sostiene un joven en la intersección de las calles 11 de Noviembre y Lizarzaburu, aprovechando que el semáforo está en rojo.
En la calle García Moreno, entre Primera Constituyente y Veloz, se encontró a Carlos. Vestía una gorra, sandalias y sobre él dos cobijas. A él le acompaña su hijo, según dijo, de apenas un año y 6 meses. Ellos también piden caridad a los transeúntes. La mayoría los ayuda con dinero, aunque otros prefieren entregarles pan o alguna bebida azucarada. Su mujer se ubicaba una cuadra más abajo, en la calle España, con su hijo recién nacido.
Situación. Carlos tiene 28 años. Es de Caracas, Venezuela. Ahí trabajaba como mecánico automotriz, y con lo que ganaba le alcanzaba para mantener a su esposa y a sus dos hijos. “Pero la situación en mi país llegó a un punto en que no teníamos qué comer. Hubo días que nos acostábamos sin ingerir ni un solo alimento. Por eso, por nuestros hijos, tomamos la decisión de irnos de Venezuela”, comenta el joven.
Gracias a algunos contactos en Perú, tomaron las cosas que podían llevar en la mano y comenzaron su travesía. El objetivo era el llegar hasta Tumbes, en Perú, porque ahí Carlos podría tener un trabajo que le permita subsistir junto a su familia. “Ahí nos iban a recibir unas amistades”, explica, mientras se emociona al recordar que el periplo de Caracas hacia Tumbes les tomó como un mes con diez días. Al llegar, se encontraron con una ingrata novedad: no hubo nadie que les ayudara y sus amigos no les recibieron.
Abandono. “Nosotros contábamos hasta con un trabajo, pero no hubo nada. Dejamos todo por el supuesto trabajo, pero a la final no fue así. El día que llegamos nos tocó dormir en la plaza, protegiendo a los niños. Rogando que no nos pase nada. Así pasaron como cuatro días. Llevando sol, llevando frío”, recuerda el migrante.
Al ver que las cosas no eran como les habían dicho, el objetivo era regresar, sea como sea, a Caracas. Sin embargo, la falta de dinero se los impide. “Para estar pasando ‘roncha’ en un lugar que no conocemos, mejor decidimos volver a nuestra ciudad”, agregó.
Reconocimiento. Si algo reconoce Carlos es que en el camino siempre hay alguien que les ayuda. “Pasamos caminando. Mayormente la gente siempre nos apoyó con comida o dinero. También hubo momentos en que nos colaboraban con un aventón. Pero todo lo que se gana en el día, yo no lo puedo compartir con nadie, sino es para mi familia”, indica Carlos, esto porque en el trajín también se encontró con varios de sus compatriotas en situaciones aún más difíciles que él. “Nosotros salimos de Venezuela con un sueño, pero ya nos dimos cuenta que no se iba a cumplir y ahora queremos regresar a Caracas, un lugar que, mal o bien, conocemos”, agregó.
Travesía. En su viaje de regreso, el joven, junto a su mujer y sus dos hijos pequeños, ha pasado por diferentes ciudades del Ecuador, hasta que llegó a Riobamba. “La gente de Ecuador, sin duda alguna, es la más solidaria que hay. Si no nos ayudan con dinero, nos ayudan con comida. Hace dos días estuvimos en Guayaquil, hoy en Riobamba. Ahora esperamos llegar en los próximos días a Quito”, manifestó Carlos, quien admite que lo que más teme es cuando les toca dormir en la calle, porque nunca faltan los delincuentes que quieren robarles lo poco que consiguieron durante el día.
Situación. Mientras Carlos cuenta su historia, un ciudadano le entrega una botella de bebida energizante. “Dios me lo pague”, le dice a un hombre enternado, quien mientras se fumaba un cigarrillo, escuchó la historia de este migrante venezolano que lo conmovió, por lo que decidió regalarle algo que le permita seguir con su camino. De forma casi instintiva, el venezolano dijo: “La gente de Ecuador es la más solidaria que hay. Siempre hay alguien que termina ayudando. Eso no se ve en otros países, como Perú. La gente ecuatoriana no se compara con ninguna otra”, expresó.
Consejo. Antes de finalizar esta conversación, Carlos también se refirió a la ola migratoria de ecuatorianos que están viajando hacia otros países. Y, desde su experiencia, hizo un llamado para que analicen bien antes de aventurarse a salir de su tierra. “Es una decisión que se la debe tomar con consciencia. No es fácil, y muchas veces en el camino uno no se da cuenta que no vale la pena irse a un lugar donde nadie le conoce a uno. Es mejor quedarse luchando en su país, bajo un techo”, subrayó el migrante.
Al finalizar la entrevista, Carlos tomó a su hijo en brazos y siguió su camino de regreso…